Los tubos de PVC orientado (PVC-O), llamados también tubos de PVC con orientación molecular, fueron introducidos en la industria por vez primera en los años 70, después de que se conocieran las muchas ventajas de aplicar esta técnica de orientación molecular para la fabricación de botellas de plásticos y películas protectoras.
Su uso mayoritario hoy en día es para conducciones de agua potable a presión. Las primeras que se realizaron utilizaban tubos de 110 milímetros de diámetro y 10 bares, y aunque ahora tienen mayores prestaciones y se usan para mayores diámetros, mantienen su buen funcionamiento. Hablamos de un material inmune a la corrosión, a las sustancias químicas y a los ataques de microorganismos, todo ello clave cuando hablamos de que transporta agua potable, destinada a ser consumida por el ser humano.
Los tubos de PVC-O tienen una resistencia muy superior a la del producto original después de someterse al proceso de orientación. Éste consiste en someter a un proceso de temperatura y presión a un tubo de policloruro de vinilo no plastificado (PVC-U) convencional con un diámetro muy inferior al nominal y un gran espesor. Ese ‘hinchado’ se realiza hasta que el tubo llegue a su diámetro y espesor nominal, lo que logra orientar las moléculas, tanto en el sentido longitudinal como en el transversal.
Las tuberías de PVC-O tienen una larga vida útil, y uno de los motivos es que soportan muy bien los golpes. Así, se impiden la roturas mientras se realiza la instalación y se evita que haya que lamentar daños en ellas por caídas o impactos de piedras. Debido a la estructura laminar, el material también evita que las grietas se propaguen y las fisuras rápidas. En comparación con el polietileno (PE), la instalación de este tipo de tuberías requiere mucho menor tiempo, ya que es ligera y flexible. Es más simple, además, conectar tuberías entre sí. De hecho, la instalación puede ser llevada a cabo por operarios sin cualificación exclusiva y, hasta no se necesita maquinaria para diámetros pequeños.
La ligereza de las tuberías de PVC-O las hace más manejables que otros materiales. La alta tecnología aplicada hace que el peso sea del 50% respecto a las tuberías de PVC y PE. El alzado sin necesidad de ayuda mecánica es posible, lo que permite reducir en costes en grúas y otros elementos.
La estanqueidad de las uniones, la capacidad hidráulica y la resistencia hidrostática, tanto a corto como a largo plazo, las hace muy idóneas para conducciones de agua. También la resistencia al llamado ‘golpe de ariete’. Cuando el líquido que discurre por la tubería se frena de forma abrupta por la apertura o el cierre de una válvula, o por una bolsa de aire u otros factores, se produce una inercia a la que se da esa denominación. Cuanto menor es la llamada celeridad del material, mejor soporta la tubería los golpes de ariete.
La aplicación de las tuberías de PVC-O para el transporte de líquidos está cada vez más extendida porque son muy flexibles y son capaces de soportar grandes pesos. Ello implica que en el caso de un movimiento de tierras o en un derrumbamiento, no se averíen. Pueden llegar a soportar deformaciones de todo el diámetro interior sin que aparezcan fisuras.
A todo esto hay que añadir que las tuberías de PVC-O son biodegradables, reciclables y que, para su fabricación, se necesitan menos materias primas que para la fabricación de otras tuberías de termoplástico.
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