Cómo soportan las tuberías enterradas las presiones del terreno, los movimientos originados por otras instalaciones y los cambios del nivel freático a lo largo del tiempo es uno de los grandes quebraderos de cabeza de la industria moderna de las canalizaciones.
A pesar de que los materiales plásticos son cada vez más conocidos gracias a las ventajas de sus propiedades, son aún abundantes los países que no los conocen o nos los emplean. La flexibilidad de los tubos de termoplástico es, en ocasiones, considerada una debilidad del material, cuando, como veremos, es precisamente una de sus grandes virtudes. Las antiguas prácticas de diseño de tubos rígidos se mantienen vigentes y los proyectistas conocen ese tipo de tuberías, mientras que desconocen las conducciones plásticas y su comportamiento.
Las tuberías de plástico tienen a veces que competir en el mercado con métodos obsoletos, como las arquetas y los pozos que se fabrican con ladrillo y hormigón, y en otras ocasiones los plásticos que se emplean no cumplen los requisitos de calidad exigibles. Ese supuesto ahorro de costes repercute en un descenso de la vida útil y, a largo plazo, obliga a la reparación o al reemplazo y, por tanto, incrementa mucho más el desembolso.
La gran ventaja de los tubos plásticos sobre los tubos rígidos, ya sean de hormigón o de acero, es que no tienen que soportar las cargas que se produzcan, ya que, en el caso de recibirlas, reaccionan de forma dinámica, desviando su dirección y transfiriendo las cargas al relleno lateral que envuelve la zanja. El asentamiento del suelo junto al tubo favorece la deflexión o desviación de la presión provocada por una carga, ya que éste se modifica para soportarla. El proceso de acomodación del suelo que envuelve a la zanja se mantiene hasta que llega a ser estable y lo bastante rígido como para soportar el propio peso del material de relleno y otras cargas, como pueden ser las del tráfico rodado de la superficie.
Las tuberías rígidas se ven obligadas a soportar las cargas y las presiones por sí mismas durante toda su vida útil, lo que implica riesgo de roturas y fugas, deformaciones con el paso de los años y una menor durabilidad. En las conducciones flexibles, la deformación recibida en sentido vertical se transforma en expansión horizontal del tubo, que se contrarresta por el material de relleno compactado del que está rodeada. La deformación adicional que se genere estará compensada por la fuerza estabilizadora que surgirá.
Podemos decir, en resumen, que el tubo flexible desvía gran parte de la fuerza de soporte de una presión al suelo del que está rodeada, ya que su rigidez es menor que la del suelo, mientras que el tubo rígido tiene que aguantar, por sí solo, la carga completa. En el caso de instalar una tubería flexible es, por lo tanto, determinante compactar bien el suelo, sobre todo para tendidos de gran extensión.
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