La impermeabilización con láminas de PVC es una solución eficiente y duradera, ya hablemos de terrazas, balconadas, áticos, techos y otros elementos arquitectónicos que se encuentren al aire libre.
Saber cuáles son nuestras necesidades específicas con claridad nos hará acertar con la elección del material, aunque ya sabemos que las ventajas del PVC para impermeabilizar son muchas; libertad de diseño, reducido tiempo de soldadura, gran variedad de acabados y amplia durabilidad.
Ya realicemos nosotros el trabajo o contratemos a una empresa profesional, también es clave tener en cuenta unas consideraciones previas para lograr una total satisfacción. El objetivo de este texto es abordar esos puntos.
¿Qué se debe tener en cuenta?
En primer lugar, es importante tener claro la diferencia entre una reparación que tenga como motivo realizar un mantenimiento periódico, aunque visualmente no se aprecien roturas o desperfectos, y efectuar una reparación porque ya se han producido filtraciones y es necesario reparar cuanto antes.
Entre los dos extremos está la situación en la que, aunque no se han dado todavía humedades, la cubierta sufre un deterioro y es probable que, en cualquier momento, aparezcan las humedades.
Lo ideal sería estudiar cómo se encuentra la cubierta, ver las circunstancias del edificio y plantearnos el presupuesto que queremos destinar a este trabajo de impermeabilización. Si vamos a ponerlo en manos de una empresa, una vez decididos estos pasos será el momento de acudir a una especializada para solicitar presupuesto.
¿Cómo trabajar, si quiero hacerlo por mi cuenta?
Si nosotros vamos a llevar a cabo el trabajo, es clave estimar qué trabajos previos habría que llevar a cabo para instalar la nueva impermeabilización, valorando el material actual, su limpieza, etc. De este modo nos haremos una idea del tiempo que tendremos que dedicar a esta labor.
Otro factor importante es el uso que vayamos a dar a la superficie impermeabilizada, ya sea un lugar de paso o uno al que se va a acceder en contadas ocasiones. Esto marcará qué tipo de PVC emplearemos, ya sea sin refuerzo, armado con fibra de vidrio, poliéster u otros.
Uno de los mayores quebraderos de cabeza, si no contamos con mucha experiencia, son los llamados ‘puntos singulares’, como sumideros, juntas de dilatación, chimeneas o encuentros con paredes. Conviene planificar cómo se van a abordar antes de comenzar la impermeabilización y, si se desconoce, solicitar ayuda para ello.
Tendremos, también, que distinguir entre tipos de cubiertas:
- Ventiladas
- No ventiladas
En el caso de edificios antiguos, sin aislamiento térmico en las cubiertas, se puede aprovechar para realizarlo antes de iniciar una obra de impermeabilización. El trabajo será más costoso y llevará más tiempo, pero el resultado será muy positivo.
Por último, hay que valorar la pendiente de la cubierta; si es insuficiente originará más fallos y tendremos que plantearnos si es necesario mejorarla.
>>> IMPORTANTE: Tampoco hay que olvidar, en el aspecto administrativo, que hay que comprobar, en el caso de que la edificación esté en el casco histórico de una ciudad, si el edificio cuenta con algún tipo de de protección arquitectónica, ya que esto podría afectar a elementos de la cubierta como pendientes y alturas y limitar el uso a unos materiales específicos.
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