La impermeabilización de cubiertas, terrazas o techos es una operación determinante en toda construcción. Ya se trate de obra nueva o de una reparación, repercute directamente en el aumento del valor de la propiedad, la protección frente a humedades y hasta la salvaguarda de los cimientos.
Si se trata de una terraza de tránsito, hará la vivienda más cómoda e incluso, en el caso de sótanos, los hará más calientes durante el invierno. En el caso de viviendas, se sabe también que un ambiente seco aleja ciertas enfermedades relacionadas con la existencia de humedad.
A la hora de realizar una impermeabilización, el mercado ofrece muchos tipos de materiales, cada uno con varias especificaciones, características y precios. En los últimos años, uno de los que ha irrumpido en el mercado con cierta difusión es el clorocaucho.
En este artículo vamos a saber más sobre él y vamos a compararlo con el que ofrece más garantías en la mayor parte de los casos y el que está más implantado, el policloruro de vinilo o PVC.
¿Que es el Clorocaucho?
El clorocaucho tiene una base acuosa con un copolímero sintético acrílico estirenado como componente principal. Se trata, por lo tanto, de una impermeabilización líquida y que, cuando se seca, se hace elástica y se adhiere por completo al soporte.
Es capaz de adaptarse a los movimientos de contracción y dilatación sin sufrir grietas y penetra en huecos y fisuras que ya existan en la base sobre la que se aplica. La aplicación es sencilla y rápida, además de carecer de juntas de unión.
También puede usarse para reparar impermeabilizaciones antiguas en mal estado, porque es compatible. Sin embargo, el principal argumento para decantarse por el clorocaucho en detrimento de otros materiales es una de sus principales ventajas; un precio sensiblemente inferior al de otros materiales. Entre estos incluimos a las membranas sintéticas, las pinturas acrílicas polimerizadas, las membranas poliméricas, las membranas líquidas y las membranas asfálticas.
¿Por qué es más recomendable usar láminas de PVC?
A la hora de considerar su instalación, hay que tener en cuenta que, al estar adherido, cualquier movimiento que se origine puede provocar la rotura de la membrana de clorocaucho. Si la aplicación es, directamente, sobre una superficie con muchas juntas, como por ejemplo el pavimento de baldosín cerámico, las probabilidades de que se agriete o rompa son muy altas.
El PVC, que se mantiene inalterable ante la humedad, es también sencillo de instalar y no sufre deformaciones de ningún tipo. Aunque una impermeabilización con PVC tiene un coste un poco más alto, su resistencia a la intemperie es también mayor y uno de sus puntos fuertes es su demostrada durabilidad.
Ofrece, además, una resistencia enorme a la limpieza con productos químicos y al desgaste por el uso diario, una ventaja en zonas transitadas como azoteas, terrazas, etc…
La libertad de diseño y de acabados que ofrece el PVC está al alcance de pocos materiales. Con ello añade un componente estético importante en una zona de la casa que va a estar expuesta a la vista.