La preocupación por la sostenibilidad y la conciencia de la importancia que tiene el cuidado del medioambiente ha hecho que, en las últimas décadas, uno de los grandes objetivos de la industria de los plásticos sea dañar lo menos posible a la naturaleza. De hecho, los plásticos han estado desde el primer día en el punto de mira, primero de los ecologistas y, poco a poco, de toda la sociedad.
Los plásticos forman parte de nuestro día a día, hasta el punto de que en este momento es inimaginable un mundo moderno sin ellos. Están presentes en conducciones de agua y otros líquidos, en las impermeabilizaciones, en el interior de las viviendas, en productos envasados, en la industria automovilística o en aplicaciones médicas.
El desafío es el de fabricar materiales que, sin perder sus características de resistencia y durabilidad, dañen en la menor medida que sea posible a la naturaleza. Ello ha originado un incremento de los recursos económicos y las investigaciones dedicadas a crear plásticos sostenibles.
Son plásticos biodegradables aquellos que los microorganismos son capaces de descomponer en agua, dióxido de carbono (CO2) y otros biomateriales. Los organismos a los que nos referimos son bacterias u hongos. Aunque es una línea de investigación reciente, no solo los plásticos biodegradables son los que han sido realizados con biomateriales como plantas, sino que existen plásticos biodegradables fabricados con petróleo que también lo son.
No sólo la composición de los plásticos biodegradables es clave. Lo es también el tratamiento que se hace de ellos, que debe seguir la normativa y los procedimientos oportunos en cada caso. Por ejemplo, enterrar plásticos biodegradables provoca que se generan gases de efecto invernadero peligrosos durante la descomposición.
Plásticos biodegradables y plásticos biodestructibles
Los plásticos naturales, que se descomponen en sustancias simples como dióxido de carbono y agua por el efecto de los microorganismos, son biodegradables, mientras que los llamados biodestructibles están fabricados con polímeros sintéticos, que derivan del petróleo procesado en refinerías, y cuenta con mezclas de almidón. Los plásticos biodestructibles ven degradado su almidón, pero la acción de los microorganismos no degrada sus polímeros sintéticos.
Por plástico biodegradable, como tal, se entiende aquél que está fabricado con materias primas orgánicas, siempre y cuando éstas provengan de fuentes renovables. La celulosa, el aceite de soja, la fécula de patata y otros, como algunas legumbres, son buenos ejemplos. Tras su vida útil y su descomposición, servirán de abono orgánico.
¿Qué son los plásticos compostables?
Son aquellos que se descomponen biológicamente gracias a los microorganismos y regresan al medioambiente. Para que un material bioplástico se pueda definir como compostable, debe cumplir el estándar europeo EN 13432:2001 o el EN 14995:2007, que amplifica el ámbito de aplicación de los plásticos a aplicaciones que no sean de envase. El EN 13432:2001 verifica los siguientes puntos:
- Comprobación de ausencia de materiales pesados.
- Biodegradabilidad del 90% y de seis meses como máximo.
- Ecotoxicidad del humus.
- Desintegración en fragmentos de materiales inferiores a 2×2 milímetros tras el paso de 84 días.
Otras normativas son la ASTM D-6400 para Estados Unidos, la BNQ 9011-911/2007 para Canadá o la JBPA/2011 para Japón. Las materias primas renovables están muy presentes en los productos plásticos que superan estas certificaciones. A pesar de ello, hay también polímeros sintéticos que pueden ser certificados como compostables, como algunos poliésteres.
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