La colocación de una tubería de PRFV es un momento que influye directamente en su durabilidad, su estanqueidad y, en resumen, su funcionamiento. De poco servirá contar con un material que ofrece tantas ventajas como el plástico reforzado con fibra de vidrio (PRFV) si en la colocación se cometen errores. Los daños por manipulación o por flotación durante cualquiera de estas fases inciden de forma directa en su vida útil.
El proceso en cuestión, trata sobre la instalación para una canalización enterrada de tubería PRFV. En este proceso, distinguimos cuatro fases para la colocación de tubos de PRFV:
– Ejecución de la zanja
El topógrafo será el encargado de levantar la alineación gracias a una estación total o sistema de GPS. Esto se efectúa marcando, en los puntos singulares de la conducción, con estacas. Cuando se ha levantado la alineación se efectúa la excavación de la zanja mediante nivel láser y receptor en el brazo de la máquina.
Una vez realizada la comprobación de la zanja ejecutada, ésta se dará por válida. La comprobación se hace levantado la alineación y la sección de la zanja ejecutada y asegurando que hay una coincidencia con la alineación de la zanja que se desea ejecutar.
– Cama de gravilla.
En esta fase, las tuberías se sitúan sobre una cama de gravilla que debe tener un tamaño de entre 6 y 12 milímetros, con un contenido en finos inferior al 2% en peso, de 15 centímetros de espesor. En un laboratorio externo se comprobarán estas especificaciones, y es importante que, por cantera que suministre, se realice un ensayo al menos.
Extendida la cama sobre la que descansa la tubería se regularizará la superficie de apoyo, que será uniforme, sin restos de elementos gruesos ni agua. El espesor de la cama de tubería se comprobará mediante nivel láser y receptor en mira.
– Colocación de la tubería en la zanja.
Es importante emplear eslingas no metálicas para no dañar la conducción en el momento en el que se coloque. Con la tubería ya introducida en la zanja, se emboca el tubo y se utiliza el brazo de la máquina para empujar hasta que quede bien alojado en el tubo o pieza anterior.
– Tapado de la tubería.
Se trata de la última fase. El tapado se efectuará en dos momentos. El primero está dedicado a tapar la tubería con gravilla. Lo más indicado es cubrir la tubería hasta una altura de 10 centímetros por encima de la generatriz superior del tubo. Para ello utilizaremos gravilla similar a la que hayamos usado antes en la cama de tubería.
El cubrimiento del tubo es una parte clave en este momento, ya que toda la superficies exterior del tubo debe estar en contacto con la gravilla, no unas partes sí y otras partes no.
Tras el tapado, el resto de la zanja debe cubrirse con material de la propia excavación, seleccionado para que no incluya raíces, piedras, etc… Cuando la obra se realiza en varias jornadas, es fundamental tener en mente que hay que tapar los extremos de los tubos para que, por la noche, no penetren en él animales buscando cobijo o se viertan líquidos que puedan resultar corrosivos.
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