Los pozos, ya sean de registro, de resalto o para incorporar acometidas, ayudan a hacer más sencillas las tareas de explotación y mantenimiento de las redes de saneamiento. Comparten esa función las arquetas, aunque algunos pozos, a diferencia de éstas, son visitables. Su instalación puede ser en el mismo lugar, lo que se conoce como construcción ‘in situ’, o con ellos prefabricados. En cuanto a los materiales de los que pueden estar hechos, los pozos de registro más comunes son los de hormigón (ya sea en masa o armado), ladrillo y materiales plásticos.

Pozos de plástico

El objeto de este texto es, precisamente, conocer las diferencias entre los pozos de hormigón y ladrillo y los de materiales plásticos:

Instalación

La sencillez y la facilidad de la instalación de pozos con materiales plásticos juega a su favor. Con ellos no es necesario emplear maquinaria pesada para el transporte ni a un gran número de operarios, lo que redunda en un descenso del coste en comparación con los pozos de hormigón.

Para éstos la maquinaria pesada es obligatoria. Como ejemplo, un pozo de hormigón que tenga 1 metro de diámetro y 2 metros de altura alcanza un peso de 2,5 toneladas.

Adaptabilidad y flexibilidad

Mientras que, en los pozos de hormigón y ladrillo, cualquier movimiento o vibración en el terreno puede generar una rotura en el cuerpo o en la unión rígida que hay con las acometidas del tubo, en los pozos de plástico tanto la adaptación al terreno como su flexibilidad juegan a su favor. Su solvencia se ha demostrado incluso en el caso de movimiento sísmicos importantes.

Resistencia

Los pozos de hormigón y ladrillo no aseguran la resistencia al efecto de aguas residuales que puedan corroer las paredes gracias a los agentes que contengan. Sin embargo, los pozos construidos con materiales plásticos aseguran la resistencia a sales, ácidos y otras materias presentes en las aguas residuales, que puedan resultar dañinas para el medio ambiente.

El hormigón tampoco puede garantizar la resistencia de sus paredes y del fondo a productos químicos ni lixiviados, mientras que los materiales plásticos son capaces de soportar residuos químicos y de vertederos, por lo que son idóneos para la evacuación de aguas de uso residual.

Estanqueidad

El hormigón y el ladrillo pueden sufrir infiltraciones de aguas del terreno, o fugas, lo que supondría la llegada de aguas, en ocasiones residuales, a los terrenos en los que se encuentran. El plástico, por el contrario, garantiza que no se den fugas por porosidad o grietas y evita la infiltración a través de las paredes, lo que asegura la estanqueidad de por vida.

Mantenimiento

La rugosidad del hormigón juega en su contra, ya que es necesario limpiar este tipo de pozos periódicamente debido a  que componentes de los líquidos y de los sólidos que arrastran la aguas residuales pueden permanecer en él.

Los materiales plásticos de los pozos cuentan con una superficie interna lisa, sin rugosidades de ningún tipo ni rincones. Incluso poseen pendientes hacia las salidas que permiten un buen flujo de los líquidos.

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