Sabemos que las tuberías de polietileno (PE) ofrecen numerosas ventajas para su uso en canalizaciones para agua potable. Sin embargo, la garantía completa para su puesta en servicio llegará cuando seamos capaces de realizar una prueba de puesta en servicio y ésta nos indique que todo es correcto para comenzar a usarla. Solo entonces tendremos todas las garantías de larga vida útil, antioxidación y anticorrosión que ya conocemos.
Distinguimos tres tipos de pruebas. En las primeras, todas las uniones están accesibles cuando vamos a efectuar la comprobación de presión y estanqueidad. En las de segundo tipo, nos encontraremos con conexiones entre redes nuevas y existentes, que por lo tanto cuentan con empalmes. En tercer lugar, diferenciaremos otras pruebas, en las que no se cumple la condiciones anteriores.
Antes de la puesta en servicio de la instalación, observaremos tres aspectos: la limpieza, la desinfección y la propia puesta en funcionamiento del servicio.
– Limpieza. Se efectúa por tramos o por sectores. Para comprobar que la canalización esté libre de suciedad, emplearemos agua con una velocidad inferior a 0,75 m/seg.
– Desinfección. Se trata de una parte clave cuando hablamos de agua que va destinada al consumo humano. Para garantizarla se introduce cloro en la red, en la que, antes, hemos introducido agua, la hemos aislado y nos hemos asegurado de que las descargas están cerradas. El cloro se introduce por una boca de aire, de tal manera que metamos la cantidad suficiente para que en el punto ubicado a más distancia de logre una cantidad de cloro residual de 25 mg/l. Pasadas 24 horas, la cantidad de cloro residual en el punto en el que hemos realizado la prueba debe ser todavía superior a 10 mg/l. Es aconsejable efectuar un examen bacteriológico de la red una vez que ha sido desinfectada.
El uso de cloro, que se disuelve con facilidad en el agua, es muy efectivo para eliminar los organismos que viven en ella. La desinfección con cloro garantiza un agua microbiológicamente potable. Además, éste provoca escasos efectos medioambientales. Otra de sus ventajas es que, aunque se introduzca en el cuerpo, no permanece en él debido a su reactividad.
– Puesta en funcionamiento. Desde el punto más bajo, para facilitar el vaciado del aire, realizamos el llenado de la red a baja velocidad. Una vez vaciada la red del aire ocluido, procedemos a cerrar la boca del aire hasta que alcanzamos la presión de servicio.
Si la prueba resulta positiva, a continuación conectamos a otra red que antes, y de manera independiente, ya ha sido verificada para su puesta en funcionamiento. En todo caso, no hay que olvidar que será el director de obra el último responsable de especificar el volumen, la velocidad de avance y la concentración de cloro que empleemos durante la prueba.
Realizar actas escritas es una práctica muy útil para detallar las especificaciones técnicas de las pruebas. Se emplean, sobre todo, en el caso de pruebas para las conexiones entre redes nuevas y otras ya existentes. La información que contienen incluyen el nombre de la empresa que ha realizado la obra y la inspección, la fecha en la que se ha realizado (hora, día y año), la situación de las instalaciones probadas y la descripción de las mismas (diámetro y materiales, de acometidas, longitudes y válvulas), presión de prueba, fluido utilizado, método con el que se ha efectuado la prueba y resultado final (válido o no).
[hs_action id=»14753″]